jueves, setiembre 07, 2006

Cita con la muerte

A Steve Irwin no lo mató una raya sino el Discovery Channel, que cada vez le pedía más alardes, más temeridad, más insensatez.

Mantener un show como el de Irwin cuesta mucho. Y el pobre Irwin, que hacía algún tiempo había acercado a su propio bebé a las fauces de un cocodrilo para ganar unas décimas de audiencia, lo sabía.

Después de adormecer cobras, gritar como un colono inglés que acaba de matar a un zulú, susurrarle cosas feas a las ballenas, aburrir a los pingüinos, ponerse anacondas de collar, conferenciar con caimanes y provocar a todos los gaznates con escamas que quisieran ser filmados, ¿qué se podía hacer para que la teleaudiencia no te degradara al rating de la madrugada y a una rebanada en el sueldo? ¿Qué se podía hacer para que la productora no te mirara con compasión y te dijera “los jefes están preocupados”?

Pues lo que podía hacer Irwin para seguir cautivando a su audiencia era morirse, que es lo que hizo con extrema diligencia. Su audiencia póstuma, digamos, será una maravilla.

Le bastó nadar encima de una mantarraya de aguijón tóxico para lograr ser grabado en el supremo instante. Su director de TV, David Ireland, que lo monitoreaba desde una embarcación submarinista llamada Poseidón, sabía el peligro que Irwin corría, pero el negocio era precisamente ese: que una de las estrellas de la TV ecológica se jugara el pellejo en cada secuencia.

“Si la cola de una raya golpea un órgano vital, es como si te impactara una bayoneta”, le dijo Ireland a la Southern Cross Broadcasting minutos después de la tragedia.

O sea que todo el equipo de filmación sabía qué se jugaba Irwin excitando el instinto territorial de la manta.
Estoy seguro de que la primera pregunta que se formuló en las salas más ejecutivas de la cadena donde Irwin trabajaba debió ser:


–¿Pero lo habrán grabado todo? Porque así de cruel y bárbaro es este asunto de la sintonía, la vigencia, los pescaditos que te ven y los peces gordos que te mandan a Port Douglas, para que te encares con la muerte, o a la mierda si no haces lo que resulte rentable a la corporación.

El mismo día en que Irwin moría con el corazón atravesado, la empresa Hitwise, especializada en medición de audiencias en Internet, informó a la IBL News que el suceso de Irwin había superado todas las marcas entre los internautas australianos.Y cito a IBL News:

“‘Nos dimos cuenta de que la web www.cocodrilohunter.com ha aumentado su popularidad sustancialmente. Ayer (por el lunes) se convirtió en la página de un famoso más visitada en Australia y en la tercera en los Estados Unidos’, señaló James Borg, director de marketing de la división Asia-Pacífico de la empresa Reuters”. Fin de la cita.

Todo es un asunto de números en la TV global que trata de secuestrarnos y apartarnos de las ideas y los libros.

Irwin siempre creyó que le pagaban tan bien por ir a la caza de cocodrilos. No, le pagaban así de bien porque su juego consistía en acercarse a la muerte con cada vez más confianza. Le pagaban así de bien por el morbo que ese encuentro con la muerte, muchas veces diferido pero en el fondo inexorable, producía.

Irwin tenía una cita con la muerte. Y la TV debía grabar ese zarpazo que trajo forma de raya y que sucedió cerca de uno de los arrecifes de coral más bellos de la tierra. Irwin, en suma, se pensaba cazador de cocodrilos.


La TV con máscara de medioambientalista preocupada lo estaba cazando a él.

1 Comments:

Blogger FANNY JEM WONG M said...

"¿qué se podía hacer para que la teleaudiencia no te degradara al rating de la madrugada y a una rebanada en el sueldo? ¿Qué se podía hacer para que la productora no te mirara con compasión y te dijera “los jefes están preocupados”?

Interesante la exposición de su punto de vista señor Hildebrandt.¿A cuántas cosas se expone el hombre por satisfacer el morbo de la teleaudiencia? A muchísimas incluída la muerte ..es verdad...Pero ojala fuese solo por el rating o el sueldo.Quien juega con la muerte como lo hacía el domador de cocodrilos debe haber tenido motivaciones más profundas ...vivir al filo de la hoja no es fácil.El exito , el poder , en afán de reconocimiento muchas veces ciega y nos hace creernos invulnerables ,sentirnos dioses y no lo somos.Cuántas veces morimos y no hay cámaras ,ni utilidades...

Es motivador leerlo
besos
JEM WONG

8:57 p. m.  

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