¡Forza, Yanacocha!
Los mineros salieron de la mina remontando sus ruinas venideras… (César Vallejo.Poemas humanos).
¿Así que en Combayo los comunistas quieren hacer de las suyas? ¡Que vengan las tropas, los máuseres de las novelas de Ciro Alegría, los jueces de las novelas de Scorza, los mistis de las novelas de Arguedas!
¡Que vengan y disparen, que el orden es el orden y la patria no se toca!Pocas veces la prensa de masas ha sido tan unánime como en estos días de maniqueísmo.
Para ella, los pobladores de Combayo pertenecen al eje del mal y Yanacocha es chola y es sagrada, siendo que es más estadounidense que Columbine.
“Creemos en el ejercicio de la autoridad y el respeto al orden público”, dice, azuzando a la ministra del Interior, el gerente general de Yanacocha, Carlos Santa Cruz, que por algo inventamos aquí a Felipillo.
Los periodistas dorados y condecorados asienten: “Orden público, autoridad”.Pero no dicen nada del campesino Isidro Llanos Chevarría, padre de seis hijos y muerto de dos balazos el 2 de agosto último cuando protestaba por la preservación del agua de Combayo.
Y muerto por la policía privada de Yanacocha –la empresa Forza–, a la que se le encontró más tarde, con fiscal y todo, armamento de guerra y de uso exclusivamente policial: granadas de gas pimienta, fusiles Kalashnikov, fusiles FAL, fusiles G-3.
(Y hasta ahora la fiscalía provincial de Cajamarca no formula las acusaciones correspondientes. Es más; un fiscal de turno quiso poner en su acta que el comunero Llanos había muerto de un paro cardiaco y sólo se rectificó por la presión de los combaínos).
Yanacocha estuvo tan metida en el crimen que tuvo que admitir que 47 de sus paramilitares intervinieron en el operativo y se hizo cargo de los gastos de sepelio y del cuidado de los heridos.
En septiembre del 2004 los comuneros ya habían logrado la suspensión de las operaciones en el cerro Quilish, cerro clave, fuente de agua. Con ese antecedente, Yanacocha ha utilizado ahora todas sus armas para justificar lo que ha hecho en Combayo, comunidad que también pelea por su futuro acuífero.
Y con la experiencia anterior, la plana mayor de la minera que tanto le debe a Montesinos ha depurado su estrategia mediática comprando más prensa y vendiendo la idea de que tendrá que irse si no la dejan expandirse como desean sus operadores de la bolsa de Nueva York. No importa que Cajamarca se quede sin agua: Yanacocha tiene que crecer para seguir vendiendo casi tres millones de onzas de oro al año.
No sólo eso: esta vez Yanacocha ha logrado dividir a la comunidad incentivando al grupo dirigido por el ex alcalde de Combayo Isma Linares Sáenz, a quien acompaña una comparsa aceitada y destinada a confundir.
Todo para desconocer los acuerdos comunales del 25 de julio: la empresa debía paralizar sus operaciones en el proyecto Carachugo (Combayo) hasta que se realizase un estudio de impacto ambiental de verdad, no como el aprobado, sin presencia comunal, en diciembre del 2005.
Sí, amable lector: como lo lee. Hasta la viceministra de Energía y Minas, Rosario Padilla Vidalón, tuvo que reconocer el 19 de agosto del 2006 que “el peligro de contaminación del agua existe, por lo que pretendemos realizar los estudios pertinentes en la zona”. Y añadió: “Cuando el estudio esté listo, el diálogo de las partes será más fácil”.
Urgida por sus accionistas norteamericanos, Yanacocha pretende saltarse a la garrocha tal estudio y tratar al Perú de Alan García como lo que hasta ahora es: una banana republic entregada de pico y patas al juego del liberalismo chusco y todo terreno.
Yanacocha paga maestrías del alcalde aprista de Cajamarca, Emilio Horna. Yanacocha atiza, dólares en mano, campañas calumniosas en contra de todos los que se le oponen.
El presidente de la región, Felipe Pita Gastelumendi, estuvo firmemente al lado de Yanacocha en el asunto Quilish (luego tuvo que retractarse). Y Hugo Otero, consejero principal del presidente Alan García y nombrado embajador de Perú en Chile, ha vivido todos estos años asesorando mediáticamente a Yanacocha.
De modo que los comuneros tienen las de perder, como siempre en este país de cerros de pascos y aranas y beltranes. Hasta la Defensoría del Pueblo salió corriendo del conflicto, el 24 de agosto, cuando vio lo que se venía y Rolando Luque, jefe de su Unidad de Conflictos Sociales, advirtió que no veía espíritu de negociación “en ninguna de las dos partes”.
Como lo acaba de recordar Raúl Wiener, sólo dos de las 27 más grandes mineras pagan regalías en el Perú.Y esto que el Tribunal Constitucional señaló que las regalías eran una obligación al margen del pago de los impuestos.
Y esto que en lo que va del 2006 –los seis primeros meses– las utilidades netas de la minería llegan a 2,759’000,000 de dólares (dos mil setecientos cincuenta y nueve millones).
Sólo en el año 2005 el Estado dejó de percibir 158 millones de dólares en regalías perdonadas. Es decir, un poco más que el óbolo anual acordado entre la Sociedad de Minería y el gobierno del doctor García.
Si empecé este artículo recordando a Vallejo, no puedo evitar, al terminarlo, recordar al Juan Gonzalo Rose que ironizaba sobre el destino pétreo de los pobres en el Perú: “leches aguadas, cajamarcas crueles”.
¿Así que en Combayo los comunistas quieren hacer de las suyas? ¡Que vengan las tropas, los máuseres de las novelas de Ciro Alegría, los jueces de las novelas de Scorza, los mistis de las novelas de Arguedas!
¡Que vengan y disparen, que el orden es el orden y la patria no se toca!Pocas veces la prensa de masas ha sido tan unánime como en estos días de maniqueísmo.
Para ella, los pobladores de Combayo pertenecen al eje del mal y Yanacocha es chola y es sagrada, siendo que es más estadounidense que Columbine.
“Creemos en el ejercicio de la autoridad y el respeto al orden público”, dice, azuzando a la ministra del Interior, el gerente general de Yanacocha, Carlos Santa Cruz, que por algo inventamos aquí a Felipillo.
Los periodistas dorados y condecorados asienten: “Orden público, autoridad”.Pero no dicen nada del campesino Isidro Llanos Chevarría, padre de seis hijos y muerto de dos balazos el 2 de agosto último cuando protestaba por la preservación del agua de Combayo.
Y muerto por la policía privada de Yanacocha –la empresa Forza–, a la que se le encontró más tarde, con fiscal y todo, armamento de guerra y de uso exclusivamente policial: granadas de gas pimienta, fusiles Kalashnikov, fusiles FAL, fusiles G-3.
(Y hasta ahora la fiscalía provincial de Cajamarca no formula las acusaciones correspondientes. Es más; un fiscal de turno quiso poner en su acta que el comunero Llanos había muerto de un paro cardiaco y sólo se rectificó por la presión de los combaínos).
Yanacocha estuvo tan metida en el crimen que tuvo que admitir que 47 de sus paramilitares intervinieron en el operativo y se hizo cargo de los gastos de sepelio y del cuidado de los heridos.
En septiembre del 2004 los comuneros ya habían logrado la suspensión de las operaciones en el cerro Quilish, cerro clave, fuente de agua. Con ese antecedente, Yanacocha ha utilizado ahora todas sus armas para justificar lo que ha hecho en Combayo, comunidad que también pelea por su futuro acuífero.
Y con la experiencia anterior, la plana mayor de la minera que tanto le debe a Montesinos ha depurado su estrategia mediática comprando más prensa y vendiendo la idea de que tendrá que irse si no la dejan expandirse como desean sus operadores de la bolsa de Nueva York. No importa que Cajamarca se quede sin agua: Yanacocha tiene que crecer para seguir vendiendo casi tres millones de onzas de oro al año.
No sólo eso: esta vez Yanacocha ha logrado dividir a la comunidad incentivando al grupo dirigido por el ex alcalde de Combayo Isma Linares Sáenz, a quien acompaña una comparsa aceitada y destinada a confundir.
Todo para desconocer los acuerdos comunales del 25 de julio: la empresa debía paralizar sus operaciones en el proyecto Carachugo (Combayo) hasta que se realizase un estudio de impacto ambiental de verdad, no como el aprobado, sin presencia comunal, en diciembre del 2005.
Sí, amable lector: como lo lee. Hasta la viceministra de Energía y Minas, Rosario Padilla Vidalón, tuvo que reconocer el 19 de agosto del 2006 que “el peligro de contaminación del agua existe, por lo que pretendemos realizar los estudios pertinentes en la zona”. Y añadió: “Cuando el estudio esté listo, el diálogo de las partes será más fácil”.
Urgida por sus accionistas norteamericanos, Yanacocha pretende saltarse a la garrocha tal estudio y tratar al Perú de Alan García como lo que hasta ahora es: una banana republic entregada de pico y patas al juego del liberalismo chusco y todo terreno.
Yanacocha paga maestrías del alcalde aprista de Cajamarca, Emilio Horna. Yanacocha atiza, dólares en mano, campañas calumniosas en contra de todos los que se le oponen.
El presidente de la región, Felipe Pita Gastelumendi, estuvo firmemente al lado de Yanacocha en el asunto Quilish (luego tuvo que retractarse). Y Hugo Otero, consejero principal del presidente Alan García y nombrado embajador de Perú en Chile, ha vivido todos estos años asesorando mediáticamente a Yanacocha.
De modo que los comuneros tienen las de perder, como siempre en este país de cerros de pascos y aranas y beltranes. Hasta la Defensoría del Pueblo salió corriendo del conflicto, el 24 de agosto, cuando vio lo que se venía y Rolando Luque, jefe de su Unidad de Conflictos Sociales, advirtió que no veía espíritu de negociación “en ninguna de las dos partes”.
Como lo acaba de recordar Raúl Wiener, sólo dos de las 27 más grandes mineras pagan regalías en el Perú.Y esto que el Tribunal Constitucional señaló que las regalías eran una obligación al margen del pago de los impuestos.
Y esto que en lo que va del 2006 –los seis primeros meses– las utilidades netas de la minería llegan a 2,759’000,000 de dólares (dos mil setecientos cincuenta y nueve millones).
Sólo en el año 2005 el Estado dejó de percibir 158 millones de dólares en regalías perdonadas. Es decir, un poco más que el óbolo anual acordado entre la Sociedad de Minería y el gobierno del doctor García.
Si empecé este artículo recordando a Vallejo, no puedo evitar, al terminarlo, recordar al Juan Gonzalo Rose que ironizaba sobre el destino pétreo de los pobres en el Perú: “leches aguadas, cajamarcas crueles”.
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