miércoles, setiembre 27, 2006

Radio Felicidad

Francisco Chirinos Soto, el amigo de Vladimiro Montesinos, está feliz con el gobierno aprista. Luis Giampietri, implicado en una causa sin destino como violador de derechos humanos de prisioneros rendidos, está feliz con el gobierno aprista.

Carlos Alberto Briceño Puente, reemplazante del procurador Antonio Maldonado, tan poco idóneo como el plagiario irredento Gino Ríos Patio (de Letras), está feliz con el gobierno aprista.
Rolando Souza, fujimorista acérrimo y presidente de la Comisión de Relaciones Exteriores del Congreso gracias a los votos del alanismo, está feliz con el gobierno aprista.

Keiko Fujimori, la estranguladora de Boston del presupuesto de nuestra embajada en Washington, está feliz con el gobierno aprista. Alberto Fujimori Fujimori está feliz con el gobierno aprista.

Mario Vargas Llosa, que daría la vida con tal de que George Bush lo invitara a la Casa Blanca a hablar aunque sea de García Márquez, ha dicho sobre Alan García: “No va mal. Ojalá que siga así”.

Luis Gonzales Posada, que en su tiempo compartiera la tesis del no partido junto a Carlos Delgado, está feliz con su gobierno y, sobre todo, con la cuadrada de talones resonantes ante la alameda de la Madre Mía y la avenida de los Accomarca.Luisa María Cuculiza brinca de alegría que ya la salté.

Telmo Hurtado, el Comandante Camión Artemio Artaza, Martin Rivas, el camión de los comandantes, Víctor Joy Way, el Den Xiao Pin de los tractores, se frotan las manos ante la vocación por el olvido y el canje de reprocidades del gobierno aprista.

Luis Alva Castro, el ministro que ordenó el robo de los ahorros de miles de peruanos, sale de su sarcófago moral y embiste: “El Ministerio de Defensa hallará la verdad que no supo encontrar la Comisión de la Verdad y Reconciliación”. Sólo falta que los chicos del BCCI se pronuncien.

Carlos Alberto Montaner, Andrés Oppenheimer, Jaime de Althaus, Ña Catita, la Perricholi, la Bruja del 71, la Chichi que está fermentando, Baruch Ivcher y sus 20 millonarios mandamientos, la prensa hidráulica (porque sólo funciona con una lluvia de millones), todos y todas están felices con el gobierno de Lampedusa García.

La amada inmóvil, de Amado Nervo, también está feliz. Nicolás de Piérola hierve de alegría e identificación en esa tumba que Judas no comparte porque fue traicionado.

El Haya de los 60, inmortal, está feliz con Alan García. El Haya de los 40, asesinado por el propio Haya, aprendió a no decir nada bajo el musgo microbiano que lo envuelve.

García 2006 quiere encontrarle un rumbo feliz al mundo unipolar que gobiernan los Rumsfeld. Por eso habla de la Sudamérica que no representa, de la moneda única sudamericana (que es el dólar, como él bien sabe), de la CAN que Chile negó tres veces y que hoy, cuando no vale un comino, reconoce.

Y cree que esta América morena, que asistió a la masacre de la Nicaragua independiente con la indiferencia de Malinche, será un polo contestario. ¡Pero si él, el mismo García, ha devenido peón del nuevo orden mundial diseñado por Halliburton!

Y ese orden mundial consiste en que los trabajadores se vuelvan chinos en salarios, que Europa se vuelva norteamericana en su agenda, que los países decretados parias puedan ser bombardeados cuando se insubordinen, que Israel siga siendo una potencia atómica clandestina y monopólica en el Medio Oriente, que Estados Unidos pueda imprimir toneladas de billetes sin correlato alguno con la realidad de sus negocios internacionales y que la ONU moribunda valga menos que un pedo de papá Bush después de almorzar con algún príncipe saudí dado a la megacleptomanía petrolera.

Nunca fue más necesario ser razonablemente rebelde. Nunca fue más repugnante el orden unipolar impuesto por las corporaciones de los Estados Unidos. Nunca fue más rechazable la hipocresía internacional.

García cree que como se equivocó en 1987 debe de ser ahora el Tony Blair doblado al español en Palmera Records. Confundió responsabilidad con sumisión a lo peor.

Qué lástima por el APRA. Confundió miedo explicable al aislamiento con sumarse de pico y patas al cortejo que preside Guatemala y alegran –como siempre– El Salvador de D’Abuisson y la banda del Chaco de los herederos de Stroessner.

Hace días traté de decir que el APRA de hoy era la ministra de Transportes comiéndose una hamburguesa doble junto a Enrique Ghersi.

Hoy más bien me parece que el APRA terminará pareciéndose a Enrique Chirinos Soto, candidato aprista de 1967 a las elecciones complementarias, pidiendo un segundo ron en el Congreso donde los Siura respiraban apenas.